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06/11/2006 · Jesús Lapuente o la emancipación pictórica.
La petición me pilla de sorpresa en un primer momento, pues conozco poco su obra y siempre que la he visto ha sido colgada en alguna de sus exposiciones y no de una manera más íntima con el autor; si bien, accedo a visitar su estudio y conocer de más cerca su obra.
Cuando llego, Jesús se encuentra dibujando. Me muestra las piezas que va a exponer y me explica cómo la obra va surgiendo ella sola a partir de otras, cómo bebe de las obras maestras de la pintura para renacer en una nueva historia, en un pequeño ménage à trois pictórico.
Puedes visitar la obra a la que me refiero en su página Web personal. Pincha sobre el enlace que hay encima de este texto.
Conforme sus palabras van hablando de cada cuadro como si de un ser vivo se tratase, la historia se va creando en mi cabeza y decido hacer lo que él mismo hace con sus cuadros, pero con palabras: Contar una historia con trozos de otras historias para darle vida a las obras.
Esta es la crítica que finalmente me inspira para su catálogo:
Jesús Lapuente o la emancipación pictórica.
-Sissh? ? Se escucha desde lo alto de lo alto de la librería ? No hagáis ruido. No le despertemos.
En silencio, las tapas de los volúmenes de arte comienzan a abrirse mientras sigilosamente asoman los conocidos rostros de una menina, la Duquesa de Alba o la malquerida Magdalena. Las tres gracias de Rubens se quejan del frío que hace siempre que abandonan su paraíso de color y texturas, y lamentan la poca ropa que tuvo a bien pintarles el veneciano. El grito no puede abrir su Edición especial a todo color de las obras de Munch porque las señoritas de Avignon le han pegado con cola las tapas del libro, para que no despierte a Jesús Lapuente con sus alaridos.
Todos los personajes de Velázquez, Goya, Warhol, Hopper o el mismísimo Da Vinci saltan de estante a estante hasta alcanzar el suelo, ayudándose los unos a los otros. Cuando por fin se encuentran todos sobre las frías baldosas del estudio, la Sota de Bastos les hace formar antes de avanzar camino de los blancos lienzos.
- Silencio todos ?. Ordena con voz ronca recién salida de su estampa de Fournier ?Esta noche no quiero más de tres grupos por lienzo. No vayáis a repetir lo que pasó en la exposición de Pepe Rebollo que os apelotonasteis todos en un mismo cuadro y aquello parecía una escena de Felipe IV.
Y así en un tumulto, todos corren a buscar compañeros para asaltar a golpe de color la blancura de los lienzos de Lapuente, que continúa soñando en su cama con alondras sobre pañuelos de Hermès y botes de cubitos Maggi del que salen palomas blancas.
Los cuadraditos de Burberry esa noche quieren ser nubes recortadas sobre un edifico de Zaragoza. Los jugadores de cartas de Cezanne han preguntado a la sota si quiere ver quién gana por fin la partida, acompañado de unos amigos. El Adán de Basquiat busca todavía a Eva desesperadamente en todos los volúmenes de la estantería?
Esto que puede parecer un sueño no es más que una metáfora de lo que en realidad sucede en la mente de Jesús Lapuente cuando comienza a crear. Su pensamiento es un sueño continuo donde los personajes de sus obras de arte favoritas toman vida propia y deciden emanciparse de los cuadros para asaltar sus lienzos y vivir su propia vida.
Puede tratarse de una recreación a golpe de pincel de las historias que esconden las obras de los grandes maestros. Pero el arte, no consiste sólo en imaginar o en dar sentido a nuestros pensamientos. El arte es un ente vivo que nace del interior del artista en comunión con el espectador, pues es este el que le da un verdadero sentido y el que traduce a sus pensamientos las emociones que le provoca la reflexión de la obra. Jesús Lapuente escoge simplemente los personajes y ellos viven sus propias historias en la mente de cada uno de los que vemos sus cuadros.
Si bien, el lenguaje en el arte es el instrumento único que lo socializa, en el caso de esta exposición que bebe directamente de las fuentes de este idioma universal que es la pintura, todavía más. Es por esto que la espléndida técnica de Lapuente nos sirve de canal privilegiado para entender la concepción misma del mensaje único que forman los diferentes elementos de sus obras. El dominio del dibujo, el escorzo y la ironía del trampantojo, en el abismo que consigue recrear en sus espacios, es un puente único para adentrarnos en cada una de sus obras y ver cómo siempre desde el respeto que le provocan los grandes maestros que homenajea en su lienzo, cada uno de sus diferentes elementos robados tienen algo nuevo que decir una vez sacados de su conocido espacio.
Ya lo dijo en su día Picasso, al que el aura de inmortalidad que la pintura le consagró en vida, permitía regalar sentencias que otros pintores no podrían. "Si tengo que copiar, copio. Y si tengo que robar, robo" El propio maestro cubista tomaba de sus contemporáneos ideas para darles su peculiar estilo, y no se sonrojaba de declarar a Velázquez y Goya, no ya sus fuentes más directas, sino sus directos modelos. Es esto lo que hace de la pintura un lenguaje que se asimila del conocimiento obtenido de la contemplación. Y Lapuente toma estos mismos modelos como una reflexión íntima de sus conocimientos para encontrar en su propio interior lo que le provocan. La asimilación de los diferentes estilos del arte en cada obra, constituye un amplio tratado sobre el fin último del arte: Expresar. Y es que cada cuadro de Lapuente consigue transmitir a través el jeroglífico de realidades estilísticas y temáticas, un único mensaje que emerge sobre todos estos y se enfrenta al espectador para contarle algo.
La obra de Lapuente bebe muy íntimamente del gamberrismo intelectual que descubrió años atrás en una portada de Triunfo, ocupada en ese número por el Equipo Crónica. El destino quiso que dos semanas después se cruzada con esa misma obra que era transportada por la calle, camino de la Galería de Federico Torralba, y ayudó a transportarla para sentirla cerca. Ironías del destino o una historia que bien podría pertenecer a alguno de sus cuadros, define muy bien en qué momento la realidad de un pintor puede dar pie a la irrealidad de sus obras. Esta visión de la obra de Equipo Crónica le abrió un nuevo horizonte en el que hoy respiran sus cuadros.
Tratar de explicar las influencias de Jesús Lapuente es como intentar juntar a todos los personajes que alguna vez ha retratado sobre el suelo de su estudio, como antes hemos hecho, y preguntarles qué tienen en común.
?Vida? responderían a unísono, pues esto es lo que Lapuente les otorga al darles el calor de su pincel y una segunda historia que contar en su nuevo paisaje. Cabría pensarse que se trata de egos transmutados, pero el respeto de Lapuente por la forma roza el perfeccionismo y, si bien en un principio fue considerado también con el color y descomponía a sus adopciones por gammas, pronto les perdió la sumisión que implicaba la admiración por sus progenitores y comenzó a hacer lo que el arte le pedía.
El único fin de sus obras según sus palabras es hacer un relato nuevo con fragmentos literarios de otros. Aunque en estos nuevos relatos, siempre persigue que haya un poco de humor; pues sin este, su vida carecería de sentido, al igual que su mensaje.
Ver una de las obras de esta exposición por tanto, no es simplemente sumergirse en un cuadro y sentir que te esté hablando. Es descubrir referencias de un idioma universal que es la pintura y el lenguaje universal de los grandes maestros. Es escuchar una historia nueva que se sumerge en los personajes, los colores, o incluso el título de la obra. Todo tiene sentido y todo tiene un toque de ironía o de humor que reflejar. Desde hacer algo tan inverosímil como dibujar (que no es lo mismo que pintar) una obra de Pollock, a que las ninfas de la Bacanal de los Andrios se monten una despedida de solteros con las señoritas de Avignon mientras la señora de desayuno en la hierba saborea una excelente copa de vino de Juan Gris.
A fin de cuentas el verdadero artista es el que sabe que en la locura se encuentra la razón del arte.
-Sissh? -Un leve movimiento de Jesús Lapuente sobre su cama alerta a todos los invasores de sus lienzos. Apresurándose, corren a retirarse de nuevo a sus libros de arte y de pintores. Pero ya es tarde, cuando Jesús se despierta, observa maravillado sobre sus lienzos las siluetas que han dejado al apoyar sus cuerpos de óleo y acrílico en el blanco lienzo. Ahora sólo le queda colorear sus siluetas y contar las historias que han vivido en estas nuevas vidas que le han robado al arte.
¿Estaré soñando? Se pregunta Jesús viendo las coloridas huellas. Pero a fin de cuentas, pintar es darle color a las fantasías, y nunca sabes cuando estás pintado y cuando estás soñando.